El Primer Día de Clases de Laura

Laura apretaba fuerte la mano de su mamá. Hoy era su primer día en la Escuela Bosque Encantado. Todo era nuevo: los pasillos, los niños, la maestra. "¿Y si no le gusto a nadie, mamá?", susurró Laura con un nudo en la barriga. "Cariño, eres una niña maravillosa. Solo sé tú misma", le sonrió mamá.

Entró a la clase. La maestra, la señorita Sol, la recibió con una sonrisa cálida. "¡Bienvenida, Laura! Puedes sentarte al lado de Nico." Nico era un niño con gafas y el pelo revuelto que dibujaba un dinosaurio.

Laura se sentó tímidamente. No sabía qué decir. Durante la primera hora, la señorita Sol les contó un cuento sobre un dragón valiente. Laura se olvidó un poco de sus nervios.

En el recreo, todos los niños salieron corriendo al patio. Laura se quedó sola, mirando sus zapatos. De pronto, una niña con trenzas se acercó. "Hola, soy Ana. ¿Quieres jugar a la rayuela?" Laura levantó la vista. "¿Yo? Eh... sí, ¡gracias!" Jugaron un rato y Laura hasta ganó una vez. ¡Se sintió muy bien!

Luego, Nico se acercó. "Tu dibujo del dragón en el cuento era muy bueno", le dijo. "¿De verdad? ¡Gracias! El tuyo también era genial", respondió Laura, sorprendida. "¿Quieres ver mi colección de pegatinas de dinosaurios a la salida?", preguntó Nico. "¡Me encantaría!", exclamó Laura.

Cuando mamá fue a recogerla, Laura corría y reía con Ana y Nico. "¿Qué tal tu primer día, cariño?", preguntó mamá. Laura la abrazó. "¡Ha sido genial, mamá! ¡Ya tengo dos amigos!" El nudo en su barriga había desaparecido, reemplazado por mariposas de alegría. Su primer día había sido mucho mejor de lo que imaginaba.

Fin.